martes, 8 de noviembre de 2011

Retomando el camino o el tuit de KLM

A veces, las circunstancias se alían para que pienses que debes retomar un camino, y en mi caso ése camino es el blog, Japón y el japonés. Después de algún tiempo con el blog a medio gas, aunque con comentarios de gente que llegaba por Google a alguna de las entradas (¡sí, esos comentarios que hacen tanta ilusión!), he decidido volver a escribir. ¿Por qué?

En primer lugar, porque estoy aprendiendo japonés, pero esta vez en serio (o eso intento), y seguro que mantener un blog sobre Japón me ayuda a la hora de practicar. Quiero empezar a poner nombres en Nihon-go (japonés), porque así podré explicar mejor su cultura, que va más unida al idioma de lo que creemos.

En segundo lugar, porque, como ya he repetido alguna vez, se me quedaron muchas, muchísimas cosas a medio escribir. Y ahora, medio año después de la catástrofe de Japón, tengo aún más ganas de contaros cómo viví, lo que vi, y cómo mantengo el contacto (¡a ver si Isabel-san se lo curra y me hace una colaboración!). Sigo sorprendiéndome con las fotos que almaceno en mis discos duros, cuando saco un folleto de publicidad, cuando veo alguna noticia en la que salen sitios en los que estuve (como esta entrada del blog). Japón no se acaba nunca.

Y en tercer lugar, porque volveré, como diría Arnold en Terminator 2. Y volveré, probablemente, gracias a KLM (aquí su web, y aquí su cuenta de twitter, que no hay que perderse para estar al tanto de ofertas increíbles). El otro día me llegó al correo un aviso: MAD-KIX por 518 euros. Eso es un precio bestial (pagué el doble hace poco más de un año) y con la posibilidad de volar en muchas fechas... como por ejemplo en primavera, en plena fiesta de la floración de los cerezos. Y encima llegando a Osaka, aeropuerto digno de un documental de Megaconstrucciones del Discovery (que de hecho lo hay), pero a la vez sencillo y claro, y con conexión directa con Kioto.

Los que me conocéis, sabéis que tengo SERIOS problemas para poder meterme en un asiento de un avión estándar, y no por un sobrepeso exagerado, sinó por altura y complexión. Lo de estar cómodo en un avión es algo que ni contemplo. Para gente como yo, parece ser, compañías como KLM inventaron una clase intermedia entre la Business y la Turista: “Economy Comfort”, una especie de híbrido en el que prima la comodidad y se prescinde de algunos los lujos que pueden resultar innecesarios cuando lo que se busca es caber en tu asiento. La verdad que la cosa pinta muy bien, y tiene todo el aspecto de ser justo lo que voy buscando cuando hago un viaje tan largo, pero... Siempre hay un pero: a pesar de que estos asientos tienen un precio competitivo y significativamente menor que primera clase, no puedo permitírmelos. Así que, como soy como soy, les propuse a los Community Managers de @KLM_ES que me regalasen un billete en Economy Comfort para que pudiese experimentar, de primera mano, la experiencia de volar cómodo por primera vez en mi vida. A cambio, yo les prometía toda la publicidad del mundo, entre mis amigos y familia, en mi blog, en Twitter y en Facebook. Aunque pueda parecer una oferta condenada a caer en el olvido de las menciones del TL, en @KLM_ES no sólo me han contestado y me siguen, sinó que han decidido estudiar la oferta. Y sinceramente, creo que hacen bien. El boca a boca es la mejor publicidad que puede tener una marca, sin duda alguna. Y más en éste caso: poca gente se decidirá a dar el paso de comprar un asiento más caro sólo por lo que ve en una pantalla de ordenador; sin embargo, si una persona de 1,94 y espaldas de nadador le dice que ha ido cómodo y que ha valido la pena el desembolso, probablemente se lo tomará más en serio.

Y aquí me tenéis, retomando el blog, haciendo los primeros y poco disimulados guiños a KLM, esperando vuestros comentarios y pensando cuál será el próximo post. ¿Será una fotografía de mis billetes a Japón gentileza de @KLM_ES? Quién sabe...

Mientras, os dejo con un par de fotos: la primera, de cómo de apretado iba volviendo de Frankfurt a Valencia, hace ya tiempo, para que veáis que no exagero cuando hablo de mis problemas aeronáuticos. La segunda es de un vuelo transatlántico en el que no dormí nada a bordo de un 747, hará un par de años. Lo mejor, la ventanilla, que hizo más amenas las siete horas que pasé de pie.


Sí, el símil de "sardinas en conserva" es de lo más adecuado, lo sé.


Disfrutar de la rimavera en el Ártico en un dia soleado, a 10.000 metros de altura, bien vale estar de pie siete horas...


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