domingo, 23 de mayo de 2010

What they came for

Sí, porque estoy ya parece Lost, que nunca dan las respuestas adecuadas a las preguntas que nos formulamos (susurros-style). Y es que no todos los días un gordo se va a una isla a 11.000 km de distancia de su guarida para pasar 3 meses haciendo... ¿qué exactamente?

Pues en parte, pasarme varias horas al día mirando por el microscopio (tras recoger la muestra en arrozales llenos de mosquitos, charcas inmundas y lagos llenos de botes de plástico) y viendo esto:


Alineación al centro

La mayoría de los bichos hiperrevolucionados en plan Marchenauer que véis por ahí son Chydorus sphaericus, que con su hiperactividad no dejan ver qué demonios (demonios, demonios, demonios!) hay debajo. Otras muestras también están llenas de copépodos, dafnias y afines, y multitud de bichos asquerosos de los que ni tan siquiera sabía de su existencia hasta hace dos semanas.

Y más o menos la cosa -llamémosle objetivo de mi estancia- va así: estudiar, por una parte, los ostrácodos -animalillos acuáticos que os podéis imaginar como una gamba travestida en mejillón y reducida al tamaño del cerebro de Belén Esteban- exóticos de los arrozales de Japón (para compararlos con los presentes en los de la Península Ibérica) y la distribución de una especie en particular, que se encuentra también en ambos sitios y se supone originaria de Asia, probablemente Japón. Mismamente éste:




Se trata de Fabaeformiscandona japonica, y es en última instancia lo que me ha llevado hasta Kyoto... y después dicen que no hay efecto mariposa ni huracanes! Un bichito de apenas un milímetro y peso inapreciable ha movido a un gordo desde València hasta Kyoto, me río yo de una mariposa, que moverme a mí es bastante más jodido que provocar un huracán!

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